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domingo, 12 de febrero de 2017

¡Rompimos el maleficio!

No es un secreto: habíamos perdido 6 de los últimos 7 partidos ante Danubio y en los úmtimos años era el rival que más nos había tomado los puntos.

Por eso era clave ganar hoy, como finalmente se ganó, sin importar si jugábamos realmente bien. Era una cuestión de orgullo.

Y, debo ser sincero, hasta los 20 minutos del segundo tiempo todo hacía parecer que íbamos a perder el quinto juego seguido ante ellos y el séptimo de 8 en 4 años.

Porque la verdad es que jugamos muy mal durante 60 minutos. Por suerte, de los 30 en los que jugamos bien, 20 fueron en la recta final del partido y nos permitieron dar vuelta el juego.

Otra vez en el primer tiempo empezamos bien. Tuvimos un par de chances de gol (dos tiro de Ramírez, uno bien atajado al primer palo, y el otro cruzado afuera) y un tiro libre peligrosísimo desperdiciado por Seba Fernández. Tras eso (iban 10 minutos, o menos), el equipo cayó en un pozo.

Aun habiendo caído y sin generar demasiado, tuvimos un par de chances más de gol: un centro de Fucile que cortaron justo cuando entraba Silveira, y un desborde de Ramírez (a pase de Espino) que el propio Espino no pudo definir bien, recibiendo solo en el punto penal.

Danubio no hizo demasiado, pero se defendió bien (salvo lo anteriormente mencionado, no tuvo dificultades) y contragolpeó cuando pudo. Rafa García había cometido un penal no sancionado en el arranque, y casi en la hora un tiro libre al borde del área que sí fue sancionado (tanto él como Arismendi sufrieron mucho con pelotas altas bajadas de súbito: no ganaban por arriba y luego por abajo no les daba la velocidad para cerrar). En ese tiro libre nos hicieron el 1 a 0. Difícil remate para Conde (aunque estoy convencido de que pudo haberlo sacado si saltaba más alto).

No lo merecía la visita, pero ese gol les dio el triunfo parcial en el primer tiempo.

La segunda mitad comenzó preocupante. Danubio manejó la pelota, nuestro equipo esperó muy atrás y cuando teníamos el balón nos costó mucho progresar en el campo. No había buen juego colectivo, nos faltaba algo (con nombre propio: Ligüera) y estoy totalmente convencido de que sólo nos salvó en esa etapa la falta de ambición del rival.

Y es que Danubio jamás buscó el 2 a 0. Sólo aguantaba la eplota, buscaba la falta, dormía el partido. Nos dominaba, pero no nos lastimaba. Y eso nos permitió estar a tiro.

Iban 20 minutos y nada hacía presagiar que pudiéramos dar vuelta el juego. Había entrado Seba Rodríguez por el nuevamente inoperante Lozano, pero al equipo le costaba horrores llegar al área rival. Luego entró Aguirre por Seba Fernández (quien era el mejor en esos momentos), pero no arrancó bien jugando a lo Kevin Ramírez por izquierda (se le escapó una pelota afuera, intentó ganar en velocidad y no pudo). Parecía que el peor Danubio que haya visto en años (o décadas, quizás) también nos iba a ganar. La maldición continuaría...

Recién a los 25, cuando entró Ligüera (por Fucile, pasando Romero al lateral), el partido cambió. Con su sola presencia (y los goles de Aguirre), ganamos el partido.

La primera pelota que metió en profundidad, no fue buena, pero rebotó en un rival, Kevin la encontró, desbordó, la cedió atrás y Aguirre empató el juego.

Tras eso, el propio Aguirre y luego Ligüera, erraron goles increíbles abajo del arco.

Danubio no existió más tras eso. Inmediatamente después del empate se acordó de atacar y generó algo de peligro, pero perdió toda confianza tras esas dos jugadas en las que pudimos dar vuelta el juego. Y en una pelota perdida por ellos en el medio, un gran pase de Ramírez a Silveira, y otra gran cesión del 9 cuando le salía el arquero, permitió a Aguirre marcar su doblete y poner el 2 a 1, logrado por las ganas y por una ráfaga en la que pasamos por arriba al rival.

Faltaban 8 minutos y había que aguantar el partido. Pero Danubio no generó nada arriba y nosotros incluso nos dimos el lujo de errar goles increíbles: primero Ligüera definió horrible en un mano a mano con el arquero, y luego el propio enganche y Silveira no llegaron a un centro rastrero de Aguirre, con el arco desguarnecido.

Así, finalmente, rompimos el maleficio de 3 años contra Danubio y volvimos a derrotarlo. Victoria rara, pues jugamos mal casi todo el partido pero tuvimos una ráfaga impresionante de 20 minutos en la que justificamos la victoria y hasta pudimos ganar por más.

Lo importante es que quedamos primeros, solos, tras sólo dos fechas.

Vamo' Nacional!

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