Partidos


Último partido:

05/04/2017: Nacional 1-1 CAP
Campeonato Apertura (Estadio Centenario)



Próximo partido:

09/04/2017: Nacional Vs. Wanderers
Campeonato Apertura (Estadio Centenario)


jueves, 18 de junio de 2009

¡Qué sufrimiento!


¡Por fin! ¡Después de tanto tiempo! ¡Estamos en semifinales!

Pero, ¡qué sufrimiento!

Con un estadio lleno (los huecos, al menos en la Colombes, se justifican por la absurda cantidad de gente abarrotada entre los anillos 2 y 3 y en las escaleras, que no dejaban pasar a nadie), logramos un histórico pasaja a Semifinales de Copa Libertadores. Otra vez luego de 21 años, y por primera vez desde que el formato de Copa Libertadores es el actual (Grupos/Octavos/Cuartos/Semis/Final).

El partido fue dominado por el Palmeiras. En parte, porque nosotros le cedimos el terreno, en parte porque son brasileños y saben muy bien cómo manejar la pelota.

El primer tiempo fue relativamente parejo. Empezaron mejor ellos -tuvieron una jugada que dio en el travesaño-, luego emparejamos y hubo algunas chances para ambos: tiros de media distancia, un tiro libre de Domínguez, algunos centros nuestros y de ellos; pero terminaron mejor ellos, con un par de jugadas por la derecha de nuestra defensa (hicieron 3 ó 4 veces la misma jugada: uno-dos contra Matías Rodríguez y Victorino que no llegaba a tiempo para cubrir) y erraron un gol increíble, en una media vuelta que se fue alta. Coates en ese primer tiempo fue el salvador del equipo, ganando todo por arriba y cerrando todo lo que Victorino (sobre todo) y Romero no fueron capaces de solventar.

Imagen tomada de nacional.com.uy


El segundo tiempo fue todo de ellos. Aunque nerviosos y sin claridad, los paulistas nos metieron contra el arco. A mí juicio, la responsabilidad fue compartida con nosotros, pues jugamos con línea de 5 y dejamos el mediocampo con 3 (Lodeiro, Arismend y OJ; los dos primeros estando mal físicamente), lo cual nos obligó a replegarnos, porque nos desbordaban por todas partes, abriendo la cancha.

Lo peor es que jamás nos serenamos. El equipo sólo tendió a defenderse, sacar la pelota al diablo y que los dos de arriba (Medina y Biscayzacú) corrieran y pelearan como podían. De habernos serenado, sobre todo cuando Palmeiras metió mucha gente arriba, hubiésemos tenido más de una chance de lanzar un contragolpe peligroso. No abrimos la cancha, no aprovechamos los espacios, no pasamos casi nunca más allá del círculo central, Lodeiro se metía en el embudo en lugar de irse a la izquierda (o a la derecha) y terminaba chocando con los puntas, quienes tampoco se abrían, ni tenían intenciones de bajar y triangular: sólo esperaban o corrían por el medio.

Como consecuencia de eso, el partido se vivió con demasiado nerviosismo también fuera de la cancha. La sensación era que, si nos hacían un gol, estábamos afuera porque no teníamos resto ni ideas como para hacer un gol nosotros; y para que nos hicieran un gol bastaba con que una de las doscientasmil pelotas que madaron al área superara a nuestra defensa, o se diera un rebote, o embocaran de media distancia algún rechazo -son brasileños y, aunque no lo demostraron ayer, suelen pegarle muy bien de media distancia-.

En consecuencia, y pese a que la Amsterdam y la Colombes (con el núcleo de la barra extrañamente en ésta última) no dejaron de cantar ni de agitar con los bombos y las trompetas, el sonido ambiente del Estadio fuera un constante "Uh, oh, ah" complementado con un aplauso y casi un alarido de "vamos" cuando se despejaba la pelota.

Tensión hasta el final y un desahogo impresionante cuando el juez terminó el partido.

En ese segundo tiempo Palmeiras nos desbordó tanto por derecha como por izquierda -ni Victorino ni Romero supieron ayudar a tiempo a Rodríguez y Domínguez (respectivamente)- y sólo el repliegue de Arismendi en la derecha solucionó algo por aquél lado, mientras en la izquierda Lodeiro no podía hacer mucho y nos siguieron llegando.

Hubo muchos centros descolgados por Muñoz, otros despejados que culminaron en tiros malos del rival, un cabezazo sin dirección sobre el palo izquierdo y poco más durante los primeros 30 minutos. En los últimos 15 hubo 3 ó 4 ocasiones en la que los corazones de todos se paralizaron un momento: una gran jugada por nuestra derecha terminó en un centro bajo que el 9 de ellos conectó en palomita y pasó raspando el palo (por suerte la pelota venía en dirección a donde estaba yo, así que la vi afuera siempre, pero todo el estadio pensó que era gol), inmediatamente llegó la corrida del Morro (ingresado en la mitad de esa segunda parte) que no pudo convertir en gol por centímetros; y más cerca del final la mala salida de Muñoz que terminó con un globito que casi se le mete y una palomita de Marcos (sí, el golero de ellos) que casi conecta en el área chica.

Como ya dije, un sufrimiento interminable, pero pasamos.

El equipo formó con Muñoz (anduvo bien, muy atento; sólo conspira contra él su falta de altura para el puesto); Rodríguez (bien, pese a ser desbordado constantemente: al menos cambió su apatía de hace unos meses por una agresividad inusitada), Victorino (más de lo mismo: una bien y una mal), Coates (el héroe, pese a que hizo alguna demás que casi le cuesta cara), Romero (bien por arriba, regular por abajo), Domínguez (hizo poco, ocupó espacios, intentó subir, pero casi no la tocó y tampoco anduvo feliz con tiros libres o córners); Arismendi (medio perdido por momentos, pero terminó bien, incluso intentó subir con más criterio que Lodeiro), OJ (no necesito decir nada de él: Top 10 de la historia del club), Lodeiro (mal, hizo lo que pudo, pero se notó que no estaba 100% recuperado); Medina (peleó todo) y Biscayzacú (no le llegó una, apenas una corrida por derecha en el primer tiempo). En la segunda mitad entraron el Morro (aprovechó que estaba fresco para ganarle a defensas cansados, corrió, luchó), Matute (sólo la tocó una vez) y Pereyra (jugó 10 segundos).

Fue la "victoria" más sufrida de las que tengo memoria. Me recordó a la segunda final del Uruguayo 2000: aguantando el resultado todo el segundo tiempo con 6 en el área, pero en esta ocasión fue porque nos superaron ampliamente y no para aprovechar el contragolpe.

Un partido para el recuerdo, por la tensión (si se sufre, se disfruta más), por la gente abrazándose (y hasta llorando) en las tribunas cuando terminó. Por ver a 50 mil personas cantando a más no poder, felices por haber logrado algo que no es nada por sí mismo; pero que es importante igualmente porque nos muestra que pese a todo lo malo, se puede, y no hay que perder la esperanza.

¡Vamo' el bolso carajo!

1 comentario:

  1. buen resumen leo... casi me muero de un infarto! impresionante el recibimiento, de los mejores... el corazon en la boca, y al final las lagrimas en los ojos y esos abrazos con la gente q siempre esta ahi al lado, en las buenas, en las malas, con lluvia y frio... aguante el bolso y un abrazo leo

    ResponderEliminar