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Campeonato Apertura (Estadio Centenario)
domingo, 24 de mayo de 2009
cri cri, cri cri, cri cri
Suena medio ridículo poner semejante onomatopeya como título de una entrada tan importante como la que corresponde a un clásico; pero, la verdad, lo ocurrido esta tarde en el Centenario amerita plenamente su utilización.
Tres goles del "grillo" Biscayzacú y una tribuna Amsterdam (de por sí notablemente despoblada) que luego del tercero de los mismos, realizó un silencio mortuorio, apenas disimulado por el chirriar de los grillos en los numerosos rincones solitarios de la misma.
Pero bueno... no hablemos de estos detalles y concentrémonos en el partido.
Fue un horrible partido de fútbol, donde destacó por sobre todo la gran labor del propio Biscayzacú (figura no sólo por los goles) y el impresionante trabajo de Medina peleando y ganando casi todo por arriba. Los aplausos que recibieron ambos cuando fueron sustituidos al final del partido, se quedaron cortos.
Y debieron aplaudirlos también los del rival, porque en su equipo no hubo un sólo jugador -mayor de 30 o menor de 30- que metiera la mitad de lo que metieron esos dos...
El primer tiempo lo dominamos nosotros, y ellos apenas se animaron a sacar contragolpes de vez en cuando. En las primeras de cambio hubo un par de vaivenes intrascendentes y alguna pierna fuerte, pero rápidamente tomamos el control. El grillo ya se veía muy enchufado, bajando a buscar la pelota hasta la línea de volantes e intentando triangular con Medina o Lodeiro.
El primer gol llegó tras un desborde perfecto de Medina por la izquierda, luego de pelear y ganar un pelota al lateral de ellos -toda la defensa de ellas se dejó garronear varias veces a lo largo del partido, viéndose mucho menos despiertos que nuestros puntas-, un centro al segundo palo, perfecto del propio Medina, un curioso amague con la cabeza creo que de Fernández y un perfecto cabezazo de Biscayzacú contra el palo. 1-0.
Y ahí llegó nuestro peor momento.
Si bien el equipo, a diferencia de la mayoría de las veces en la era Pelusso, no se metió atrás, sino que dio la sensación de querer seguir presionando, rápidamente nos empatan.
Y por culpa de Victorino, que volvió a fallar tontamente en un clásico.
Hizo dos faltas ridículas al borde del área. La primera, frontal, que Pacheco la tiró al diablo; no contento con ello, decidió darle una segunda oportunidad y le regaló otro tiro libre -más hacia la izquierda del ataque de ellos- y ahí llegó el empate.
El equipo no se cayó con el injusto empate, y siguió buscando. No con mucha prolijidad, porque Fernández volvió a jugar mal y Lodeiro anduvo medio entreverado, pero sí con ímpetu. El grillito siguió intentando jugar por abajo y Medina peleó todo lo que iba por arriba, tanto en izquierda como en derecha...
Sin embargo, en un contragolpe aislado, llegó el penal de Fernández, y el 2-1.
Ahí el partido pareció ponerse cuesta arriba... pero, en realidad, la sensación que imperó en la tribuna era que estábamos perdiendo por errores tontos, de forma injusta y que si seguíamos como estábamos (sobre todo por las ganas del equipo en general) íbamos a ganar.
El empate llegó cerca del final, otra vez por Biscayzacú, quien antes había tenido un intento de chilena que el arquero suplente de ellos, Cavallero, atajó bien. La jugada fue un desborde por la derecha, un entrevero en el área, un centro atrás, un tiro de Lodeiro medio desviado y el grillo poniendo la pierna justo a tiempo para desviar la pelota y hacer el gol.
El final del primer tiempo nos tuvo a nosotros dominando, pero sin mucho peligro.
El segundo tiempo volvió a ser nuestro, aunque justo es decir que ellos empezaron a jugar un poco mejor con la pelota, saliendo de contragolpe (en el primer tiempo lo único que intentaron fue buscar la falta). Igual, sinceramente, pasó muy poco.
Nuestro gran pecado fue no pegarle al arco a un golero -con respeto lo digo- viejo y con sobrepeso, que hacía meses que no jugaba... ¡No tiramos nunca!
A los 15 minutos -más o menos- llegó el cambio más arriesgado en la historia del Nacional de Pelusso: salió Caballero y entró Matute Morales.
El equipo tuvo entonces más aún la pelota, manejándola bien de un lado al otro, con Matute, Lodeiro, Arismendi y el propio Biscauzacú.
Ellos tuvieron alguna aproximación con el famoso 9 que tanto "aman", pero fue algo muy tímido y frío, ni siqueira digno de mención. En general, con o sin peligro, dominamos nosotros.
El tercer gol llegó tras varios toques en las proximidades del área, el desborde de Medina por derecha y un centro fantástico en el que Biscayzacú -el más bajo de la cancha- le ganó en velocidad a sus dos marcadores mucho más altos y cabeceó antes de la salida del estático arquero argentino.
3 a 2, y algarabía en la Colombes, que no paró de cantar hasta el final del partido... a diferencia de otras tribunas en el Estadio.
En los últimos minutos, sin embargo, la situación se nos complicó. El grandioso y fenomenal técnico del CAP puso otro delantero -Franco- y dispuso entonces de 4 puntas marcados por nuestros 3 defensas, lo cual hizo replegar a Arismendi y a Fernández. Además, OJ se hizo expulsar medio tontamente y por un momento, parecía que ellos se nos venían encima.
Pero, la verdad, no hicieron nada. Un par de centros, algún entrevero en el área que terminamos resolviendo despejando la pelota al diablo y poco más.
En esos minutos, desaprovechamos algunos contragolpe, sobre todo en pies de Lodeiro (uno clarísimo en el que remató pero Cavallero la mandó al córner, y un par más en el que terminó perdiendo la pelota en el último enganche).
Pasada la hora, se hizo expulsar el famoso ex-selección que juega de 9 en el CAP y, todavía, estuvo 2 minutos jodiendo al línea, con lo que nos garantizó la victoria. Muchas gracias a él por su show. Le amamos.
En definitiva, victoria clásica 3 a 2, un partido que fue malo, pero en el que debimos ganar con mayor claridad, porque fuimos más.
Muñoz anduvo bien en los centros y no fue demasiado exigido. Tuvo una tapada, casi saca el gol del empate de ellos y casi atrapa el penal, además salió bien en una jugada de contragolpe, ganándole a ese delantero de ellos al que le agradecemos su presencia en la cancha.
La defensa respondió mejor de lo que personalmente esperaba, puesto que la notaba débil en la contención por las bandas. Caballero tuvo buenas y malas, pero marcó y eso es importante; Victorino fue desesperante en el primer tiempo, pero mejoró en el segundo; Coates anduvo bien, ganando por arriba y por abajo, y tan sólo falló pifiando algún despeje; Matías Rodríguez, a quien tanto he criticado, jugó un partidazo, marcó como nunca antes, subió con criterio, fue de lo mejorcito del equipo luego de los dos puntas.
En la mitad de la cancha, Arismendi y OJ rayaron otra vez a gran altura, el primero medio entreverado en los primeros minutos y el otro con la única nota negativa en la expulsión innecesaria; Lodeiro las quiso todas pero anduvo entreverado... incluso al final del partido, cuando debía aguantar la pelota, la perdía medio tontamente; Fernández tuvo un par de buenas incursiones por derecha, pero sigue bastante bajo de nivel.
Adelante, no necesito volver a decir nada sobre Medina y Biscayzacú: fueron el alma del equipo, jugando con la intensidad que requieren estos partidos, intensidad que ningún otro jugador de la cancha pudo emular, en lo que -reitero- fue un flojo clásico.
De los que entraron, sólo Matute fue digno de mención, pues jugó bien, aunque -como todo el equipo- culminó mal. Es un jugador diferente, lástima que la edad le pese. Brum casi no tocó la pelota -entró cuando expulsaron a OJ- y el Morro la vio pasar, creo que no ganó ni una en su duelo contra los defensas de ellos (a diferencia de Medina, que las ganó casi todas).
En definitiva, ganamos otro clásico más y, como ya dije antes, ¡poco a poco la historia la vamos a dar vuelta!
¡Qué silencio en la Amsterdam, que hasta se escuchaban los grillos!
Etiquetas:
Clásico,
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